Miroslava: No más impunidad. No una estadística más

por Alejandro Gutiérrez
Corresponsal de PROCESO 
Madrid
24 marzo 2017

La noticia del asesinato de la periodista Miroslava Breach Velducea, en Chihuahua, México, este 23 de marzo, me conmocionó porque manteníamos una amistad de 25 años. Me estrujó el repasar mentalmente que Miros, como le decíamos los más cercanos, se sumaba a la estela de amigos o compañeros de profesión que han sido asesinados en México.

El hecho provoca ya de por sí mucha rabia, impotencia, pero también deja ese mal sabor de boca por tener tan presente que las decenas, cientos de casos de periodistas y trabajadores de los medios de comunicación en México, siguen impunes. Porque las investigaciones gubernamentales los dejan en la impunidad, por la incapacidad o por la complicidad de muchas autoridades.

Esa actitud del gobierno de México –de todos los signos políticos— ha permitido una suerte de “carta de normalidad” al asesinato de periodistas, así, entre comillas; donde solo se suman muertos y la alarma es momentánea, porque luego viene la siguiente víctima.

Yo me niego —y en ello coincido con otros colegas— a que el caso de Miroslava se convierta en una estadística más, en una más de l@s periodistas asesinad@s en México, país donde el ejercicio del oficio es ya un acto de altísimo riesgo.

En la redacción de La Jornada, en la Ciudad de México, donde ella escribió por 20 años, sus compañeros le rindieron un homenaje en silencio, y publicaron un editorial titulado “¡YA BASTA!”, donde condenan el asesinato de Miroslava, y exigen una investigación conforme a la ley, rápida, exhaustiva y transparente.

Desde el mismo día del crimen muchos periodistas y defensores de los derechos humanos, como colectivos y en lo individual, hemos pedido lo mismo, una investigación exhaustiva y transparente que arroje justicia y verdad al asesinato de Miroslava. Estaremos atentos a que no surjan chivos expiatorios, como ha sucedido en infinidad de casos de otros colegas.

La última vez que hablé con Miros, hace cosa de tres semanas, tuvimos una larga conversación, y entre otras cosas me describió el escenario de descomposición en que está sumido nuevamente Chihuahua. Me habló de la nueva escalada en la lucha entre las facciones del narco, a raíz del cambio del gobierno estatal, el cual está rebasado. Hablamos mucho del asesinato de Isidro Baldenegro, un indígena rarámuri que lideró la defensa de los bosques de su comunidad, Colorada de las Vírgenes.

“Está muy enrarecido el ambiente, Alejandro”, me soltó. Y le dije: “Miros, te pido pies de plomo”, aludiendo a que fuera cautelosa, aunque siempre parecía que sobraba decírselo, porque ella era una periodista muy profesional, muy analítica, que si bien no se arredraba a publicar los hechos, tampoco era impertinente porque sabía el territorio que pisaba.

Ayer releí infinidad de materiales suyos, desde el desplazamiento de familias y comunidades enteras en los pueblos de la sierra de Chihuahua, por el acoso y las amenazas del narco o el reciente enfrentamiento entre dos ejércitos de narcos en la zona de Rubio, en Chihuahua, donde oficialmente se habló de ocho muertos, pero sabemos que fueron decenas.

No había duda que era una periodista de raza, con una mística en el ejercicio de su trabajo a toda prueba. Por eso creo que su trabajo deberá ser revisado para entender claves de su asesinato, pero no solo eso: Habrá que analizar el contexto estatal, regional y nacional para entender porque su asesino material tuvo que descargar ocho tiros para acallarla, para entender los mensajes ocultos que este desgarrador hecho deja.